Insomnio
Pasado, presente, futuro. La globalidad del tiempo, el todo. Los vectores que definen, en última instancia, nuestro devenir en este insólito y azaroso experimento que es la vida. Y de esos millones de fragmentos espurios de tiempo un tercio de ellos lo pasamos durmiendo. Una media de 25 años en el reino de Morfeo. ¿Tiempo perdido? ¿Quiénes somos cuando nuestra conciencia se desconecta y viajamos rumbo al país de las quimeras? Sin las ataduras de la razón, de la conciencia, ¿somos más libres aunque sea una libertad virtual, intangible. Quizás todas las libertades reales son así: inaprensibles, poco más que un sueño. Sueños que transcurren en un entorno físico concreto. La cama así se convierte en una metáfora de la vida: nacimiento, reproducción, muerte....el ciclo cerrado de la existencia concentrado en un único objeto. Y en medio la gente, nosotros, en nuestro momento de mayor fragilidad, y por ello, de mayor verdad. “Insomnio” explora, desde un espacio tan íntimo como es el dormitorio, el mundo de la ternura y del apego, pero también el de la solitud y el dolor, que reinan en las alcobas. El dormitorio, ese cubículo donde pasamos la mayor parte de nuestra vida se convierte, en un espacio gris, donde las paredes que lo conforman se intuyen casi infinitas, pero el espacio, a pesar de su neutralidad, está cerrado por la persona que lo habita, única e intransferible. Personas que se exponen ante la cámara, mostrando su lado más humano, sus miedos, sombras, felicidad, complicidad... un instante, una mirada. Tantos matices... Silencios hablados y silencios oscuros, esperanza, cansancio....derrota. En este brumoso viaje nocturno la ligereza de ropa y de entorno no hace más que confirmar nuestras contradicciones, nuestra humanidad. ¿Será que todo lo que nos rodea, todas nuestras capas de “civilidad” no son más que defensas de nuestro asombro infantil ante un mundo que nos abruma?